Soy enfermera, para mí la mejor profesión del mundo, la que he elegido y la única que quiero ejercer. Pero ser enfermera es mucho más de lo que la sociedad ve o piensa. Si preguntamos a cualquiera persona sobre nuestras funciones queda claro que se reconoce la labor asistencial, nuestro acompañamiento al paciente, 24 horas, en contacto directo. Es uno de los pilares sobre los que se asienta nuestra profesión, pero tiene que quedar claro que no es el único.

Las enfermeras somos docentes, gestionamos, investigamos y eso es invisible a la sociedad, como también lo es la base científica que sustenta los cuidados que proporcionamos.

La enfermería ha experimentado una evolución creciente en los últimos treinta años, evolución que tiene que visibilizarse, a nivel interno, entre los propios profesionales sanitarios, y a nivel externo, hacia el resto de la sociedad. Somos profesionales autónomos porque tenemos una ciencia propia, investigamos, porque queremos seguir creciendo,  y lo hacemos como cualquier otra disciplina, con la metodología aplicada que empleamos, además, diariamente en el desarrollo de nuestra labor.

A todo ello hay que sumar la gestión emocional, porque trabajamos con personas y lo hacemos en todas las etapas de su vida, desde el nacimiento, la infancia, la maternidad, la enfermedad, la vejez y hasta el momento de la muerte, tanto en el tratamiento de la enfermedad como en su prevención.  Somos su referente en el sistema sanitario, por ello consideramos fundamental que ellos, nuestros pacientes, la sociedad, sepan todo lo que abarcamos, porque si el resultado de nuestra tarea es efectivo se debe a que trabajamos, cada día, por y para enriquecer la profesión enfermera.

Teresa Galindo, Enfermera de Urgencias