Soy mujer, soy enfermera
Hoy celebramos el día de la mujer, y como más de una vez he dicho, es un día que desearía no tener que celebrar ya que si lo celebramos es porque existe la desigualdad.
Soy consciente, y aún con todas las trabas que se nos presentan, que vivimos en un país “privilegiado” para ser mujer. Un país con “techo de cristal”, con desigualdad salarial y con mil inconvenientes más pero un país, al fin y al cabo, en el que la mujer puede conducir, puede estudiar, puede vestir como quiera, puede trabajar por un sueldo (ya que todas, estemos en el país que estemos y remuneradamente o no, trabajamos), y puede expresar libremente lo que opina. Un país en el que la mujer puede decidir y en el que, por ley, tiene los mismos derechos que un hombre.
Aun así, seguimos arrastrando hándicaps muy importantes que impiden la igualdad efectiva entre personas, sin importar el género. Hándicaps que es obligación de la sociedad, en su conjunto, erradicar, aunque haya a quien no le interese hacerlo.
Y debemos empezar desde la infancia aunque para ello, los que educamos a los pequeños tengamos que hacer una parada y analizar lo que transmitimos a los niños porque, en muchos casos, y apenas sin darnos cuenta, seguimos transmitiendo esa desigualdad heredada que nos han endosado a lo largo de los siglos. Y las mujeres somos cruciales en ello. Somos las primeras que creyéndonos la igualdad efectiva podremos educar en igualdad efectiva.
Tengo que reconocer que soy una esas mujeres afortunadas que, al menos laboralmente, no se ha sentido discriminada. Una mujer, enfermera, que ha podido avanzar sin sentir discriminación en mi devenir profesional. No se me ha regalado nada (tampoco lo quiero) pero no se me han puesto trabas.
Porque esa es otra, yo como mujer quiero “competir” para lograr lo quiero en igualdad de condiciones sin que nadie pueda, ni siquiera pensar, que un logro pueda venir por una concesión de género. Mal vamos las mujeres si nos amparamos en ese concepto para avanzar. Si lo hacemos, a mi modesto entender, seguiremos fomentado la discriminación y no solo eso, seguiremos fomentando un poso de “favoritismo” que no nos beneficia y que acaba convirtiéndose en animadversión hacia nosotras.
Soy consciente de que mi mundo no es el mundo al que se enfrentan la mayoría de las mujeres. También soy consciente de que con mi carácter, en otra sociedad distinta a la que vivo, seguramente a estas alturas no estaría escribiendo esto porque hubiese tenido un final “poco agradable” y, por eso, valoro mucho más a esas mujeres que, en unas condiciones muchísimo menos favorables que las que tenemos las mujeres en nuestro país, salen a la calle y luchan ya no por la igualdad, que para ellas es una quimera, sino por tener algún derecho y ser reconocidas como personas.
Ojalá llegue un día en el que no tengamos que celebrar el día de la mujer, ello significará que más allá de una distinción de género valoramos al ser humano por lo que somos, personas, cada una distinta de la otra pero con los mismos derechos teóricos y reales.
Por mi parte celebraré este 8 de marzo, claro que sí, porque me siento orgullosa de ser mujer, pero no me olvidaré de celebrar, por ese mismo concepto, cada uno de los 365 días del año y lo haré, con mi modesta contribución, trabajando para que nuestras hijas y nietas no tengan la necesidad de hacerlo.
Mª José García Alumbreros, responsable de Soy enfermera
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