Mujer enfermera / enfermera mujer
Otro 8 M más a la espalda con la triste sensación de estancamiento en la visibilidad social de nuestra profesión y de nosotras como mujeres.
La verdad es que me molesta mucho ser tan pesimista. Me gusta agarrarme a cualquier indicio que muestre que evolucionamos, que dejaremos una sociedad más igualitaria a nuestras hijas, una sociedad en la que ellas no deban luchar como nosotras para que se reconozca en primer lugar nuestra valía como mujer y lo que ese valor añadido aporta a nuestra profesión de enfermera. Pero no acabo de encontrarlo.
Soy una mujer enfermera que se siente muy orgullosa de ser enfermera mujer, aunque ello me ponga en situaciones, ridículas en este siglo XXI, como lo es que, si voy con un sanitario, por el hecho de ser él hombre, se le atribuya, casi de manera automática, más capacitación y categoría profesional que a mí.
También es ridículo, en este siglo XXI, en el que nos duele la boca al hablar de igualdad, de derechos y de reconocimientos, que se suponga que, porque soy mujer, soy enfermera puramente vocacional, sin contemplar que para estar donde estoy he estudiado en la universidad y que si sé ser enfermera, lo es por la formación que tengo, porque la vocación, que bienvenida sea y que también la tengo, no es la que me da las herramientas para desarrollar mi trabajo con la capacitación y cualificación que mis pacientes necesitan.
Y lo que es peor, y de todo punto inaceptable, es que, en 2023, por ser enfermera mujer, se normalice que tenga que soportar actitudes paternalistas, ninguneantes en muchos casos y, en muchos otros, hipersexualizadas, retrógradas, insultantes y totalmente denigrantes, sobre todo teniendo en cuenta que se producen en mi entorno laboral.
Durante la pandemia, bajo la ilusión de esos aplausos de las ocho de la tarde, hablando con las compañeras, además de ese deber cumplido, de hacer lo que en conciencia teníamos que hacer aunque ni las administraciones ni la sociedad muchas veces nos lo pusiesen fácil, nos quedaba la ilusión de que de una vez por todas se valorase nuestro trabajo como enfermeras.
Tres años después, lo único que quedan son palabras huecas, promesas incumplidas, algún que otro monumento y la misma ignorancia de lo que es y puede aportar una enfermera a la salud de las personas.
Tres años después, se siguen repitiendo comportamientos cavernarios que echan por tierra la pequeña luz de cambio que pensábamos prendería en la sociedad.
Tres años después, con tristeza, vemos que nuestra sociedad nos sigue visualizando como una profesión dependiente de otras, y sin autonomía para valorar, ver y actuar en nuestro campo de conocimientos propio, ¡que lo tenemos! Sigue sin ver que lo nuestro es la colaboración multidisciplinar y que, sin ser más ni menos que nadie, somos parte de un equipo al que aportamos una parte esencial para lograr los objetivos.
Tres años después, vemos que apenas si hemos avanzado en ese reconocimiento que como mujeres, sobre todo hoy 8 de marzo, y como enfermeras deseamos para nuestra profesión y nuestro colectivo.
Tal vez por eso mismo, tres años después, miles de mujeres enfermeras seguiremos luchando cada día para que, en el futuro, sea el orgullo que para nosotras es ser enfermera mujer.
¡Feliz 8 de marzo!
Mª José García Alumbreros, responsable de Soy enfermera
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.