En nuestro país seguimos perpetuando financiera y organizativamente un modelo de salud hospitalocéntrico en el que todo queda reducido a “sistema sanitario igual a sistema médico”. La hipertrofia de recursos médicos, fundamentalmente en atención especializada pero también en atención primaria, choca con una escasa proporción de enfermeros en los dos ámbitos asistenciales.

Este modelo no resulta eficiente y los niveles de salud que se obtienen no son mejores que los niveles de los suecos, ingleses u holandeses, que tienen una proporción enfermero/médico mucho mayor, pues seguimos sufriendo listas de espera, masificación de algunos servicios y variabilidad de la práctica clínica.

Los responsables en política sanitaria  deberían evaluar si son eficientes las políticas que sobredimensionan las plantillas de médicos frente a las de enfermería. Esto tiene consecuencias para los pacientes. Es un auténtico problema de salud pública que afecta a la seguridad del paciente.