La inmensa mayoría de los enfermeros desarrolla toda o la mayor parte de su vida laboral sometidos al trabajo a turnos y nocturno. La jornada real que efectúa cada enfermero es mayor de la jornada laboral obligatoria fijada, ya que para poder asegurar la continuidad de los cuidados llegan antes y salen después del horario establecido (solape de jornada).

Además, la jornada es anual y en muchos casos no se reparte por igual todos los meses, dándose la circunstancia de que en los meses estivales es cuando más jornada realizan. De hecho, en los periodos estivales y fechas señaladas existen grandes dificultades para que los enfermeros puedan disponer de sus días de descanso por la habitual falta de profesionales que se acentúa en esas fechas.

La tardanza en la planificación de turnos de las enfermeras hace que conozcan dicha planificación con muy poca antelación dificultando la conciliación del trabajo con la vida personal y familiar. Además la prestación de un trabajo sometido a turnos y noches conlleva que la planificación se vea con frecuencia alterada afectando seriamente a los horarios y responsabilidades familiares.