Se acaba el carnaval pero la lucha continúa
Que yo recuerde, al menos desde 1995, nuestro colectivo, al verse reflejado públicamente en un medio de comunicación, viene denunciando la inadecuada imagen social de la enfermería y ese empeño casi institucionalizado de mostrar a la enfermera (mujer siempre) al lado del médico (por supuesto hombre) como subordinada, en más de un caso medio boba, sin criterio y vistiendo siempre un uniforme al que le faltaba todo para ser reproducción real de lo que una enfermera, incluso desde aquel año, vestía.
En aquél momento, y gracias a la denuncia del Sindicato de Enfermería se consiguió que a “la Gertru”, de “Médico de Familia”, se le cambiase la batita corta ceñida por un pijama de su talla y empezase a mostrar, aunque muy tímidamente, un desempeño profesional algo más autónomo y con criterio.
Después de aquello vinieron muchos casos más en los que siempre hemos luchado para que la imagen de la enfermería sea el más fiel reflejo de la realidad.
Pero también, cada año, llegan los carnavales y para frustración de muchos, vemos como lo poquito avanzado a lo largo del año se pierde en la semana escasa que este dura, porque el disfrazarse de enfermera sexy, no sé qué atractivo irrefrenable tendrá pero acaba siendo uno de los disfraces más vistos en las calles de cualquier localidad.
El otro día leí en un artículo de Pablo Cantó en “El País” que los disfraces “sexys” “nacieron en los 70, en plena efervescencia del movimiento de liberación homosexual estadounidense”. En aquel momento, según ese artículo, ese tipo de disfraces tenían un carácter reivindicativo. Ahora en cambio, la reivindicación es que este tipo de disfraces dejen de venderse porque fomentar ese rol de género distorsionado, estereotipado y denigrante, fundamentalmente, por su grado de cosificación de la mujer.
Estoy segura de que si preguntamos sin cámaras en nuestro entorno (ante ellas todos somos los adalides de la igualdad, del papel de la mujer y de todos los principios posibles), más de uno/a nos dirá “no es para tanto” “es que hay que ver cómo os ponéis las enfermeras por tontadas” y que exageramos, que no pasa nada. Pero sí pasa.
La realidad es que un 80 por ciento de profesionales de enfermería de nuestro país (el 20 por ciento restante son los enfermeros y también se suman) estamos muy hartas de que, gracias a la transmisión de esos estereotipos sexistas, se nos falte el respeto, se nos trate como profesionales de segunda división y se nos hagan radiografías de arriba abajo por parte de muchos ciudadanos intentando imaginarnos con ese atuendo que han visto en televisión o en los carnavales.
En esos momentos se siente frustración pero al mismo tiempo unos deseos irrefrenables de luchar para que la imagen de la enfermera se traslade a la sociedad de manera veraz, mostrando lo que podemos hacer por la salud de los ciudadanos y reivindicando, al mismo tiempo, nuestro derecho a que se nos respete como seres humanos, como mujeres.
Hoy enterramos la sardina y decimos adiós, otro año más, a don carnaval. Y hoy, igual que ayer y que mañana, continuamos nuestra lucha para que la mujer deje de cosificarse y la enfermera deje de ser el icono sexual denostado y arcaico que para muchos es. No daremos tregua, por nuestra profesión en su conjunto y porque un 80 por ciento de ella tenemos el grandísimo orgullo de ser mujeres y enfermeras.
Mª José García Alumbreros, responsable de Soy enfermera
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.