Traición a la Enfermería


Publicado el 28/10/2015, en Actualidad, Enfermería hoy. Sin comentarios

Me siento engañada. Y como yo la mayor parte de los profesionales enfermeros que pensábamos, por una vez al menos, que un político cumpliría su palabra de una forma clara y sin recovecos. ¡Crasso error! La prescripción enfermera se ha aprobado pero es un total fiasco.

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Pero no sólo engañada. Siento que con toda contundencia se ha menospreciado a todo un colectivo profesional que no reivindica otra cosa que poder llevar a cabo su trabajo con seguridad jurídica y plena responsabilidad y autonomía en los procesos de cuidados de los que es responsable. Y lo que es peor, no se ha hecho con argumentos profesionales sino a través de la presión de los que se creen, y así les dejan creer, “los amos del sistema”.

Lo que era un paso de gigante se ha quedado en una burla insólita a la que se añade un menosprecio aún mayor como son las declaraciones del ministro que, muy sobradito, decía en un entrevista para La Sexta al respecto de una probable huelga de la Enfermería “no creo que esto vaya a ocurrir”.

Señor ministro, no sé si la huelga ocurrirá porque, con los recortes que usted y sus antecesores nos han hecho en plantillas, si hacemos huelga nos pondrían al 100% de servicios mínimos ya que las plantillas son tan escasas que en más de una ocasión los servicios mínimos han sido casi superiores a las plantillas efectivas, pero sí sé que los enfermeros, a partir de hoy, podemos hacer algo mucho peor que una huelga y es asumir estrictamente lo que la ley marca. Veríamos entonces la realidad del funcionamiento del sistema sanitario. Ojalá esta vez el colectivo enfermero, ante la tomadura de pelo del decreto de prescripción aprobado, se una y lo haga. Le pongo unos ejemplos, apenas tres, de lo que puede ocurrir…

Que hay que vacunar… no se pone ni una vacuna hasta que no se tenga la correspondiente prescripción médica personalizada para cada paciente. Uys, si es mayo y estamos a mitad de la campaña de vacunación. ¡Qué pena! Sólo habremos colapsado las urgencias de los hospitales, saturado las camas hospitalarias y disparado las listas de espera y el gasto farmacéutico.

Que tenemos un paciente crónico en un domicilio y hay que hacerle una cura… no hay problema, cada día que vaya el médico a ver la evolución de la cura y prescriba el medicamento que ésta necesite. Que para eso tiene que pasar el médico a las 8 de la mañana para dejar prescrito el medicamento que la familia debe comprar para que la enfermera le cure más tarde… ¡Cachis, se siente!

Que el paciente toma un comprimido diario del antihipertensivo y tiene una tensión de 100/50… tranquilos, esperamos tres o cuatro horas con el paciente en la sala de espera a que acabe su consulta porque ese paciente nuestro no tiene número para que le diga que en vez de una pastilla tome media y venga a controlarse al centro durante los próximos días. Como solo se encuentra un poco “flojo” no pasa nada, ¡qué espere!

Podríamos rellenar folios y folios de situaciones en las que sí, señor ministro, por mucho que a usted y al gremio médico les fastidie, las enfermeras prescribimos. Folios y folios de situaciones que nos han hecho actuar al margen de la ley pensando únicamente en el bienestar del paciente y no en un afán de acaparar funciones de la élite médica.

Y lo que es aún peor señor ministro, esas funciones, en muchísimos casos, las hemos tenido que asumir no por nuestra voluntad, sino por poder dar a nuestros pacientes un mínimo de calidad asistencial que de otra manera no hubiesen tenido. Lo crea o no señor ministro, a mí, una insignificante enfermera de las 200.000 que hay en el sistema Sanitario, más de una vez un médico (me niego a llamarles doctores porque el 90 por ciento no lo son) me ha preguntado qué medicamento era el más adecuado para la patología que teníamos entre manos.

Ya está bien de hipocresía señor ministro. Es absurdo negar la evidencia. Las enfermeras prescribimos. Y si no, pregúntele a muchos de esos señores que hoy le han calentado la oreja por qué, en más de un caso, le dejan a “su” enfermera un talonario de recetas firmado para evitarse la molestia de atender a pacientes que van a renovar sus tratamientos. Se lo van a negar, lo sé, yo como enfermera me he negado a hacerlo, pero si no me cree a mí vaya al centro de salud que quiera y pregúntele al paciente quién le hace las recetas, seguro que se sorprenderá.

Soy enfermera, me gusta mi profesión y estoy en ella porque me importa la salud de la población que es a la que están dedicadas todas mis actuaciones profesionales y es por eso, sr. ministro, por lo que de una vez por todas le pido que deje usted de poner zancadillas y reconozca legalmente a la Enfermería el trabajo que realiza. Deje de vender a toda una profesión por un puñado de votos (pocos más de 100 en la última concentración según vimos los que por casualidad pasamos por allí) de una rancia representación de la profesión médica.

Mª José García Alumbreros, responsable de Soy enfermera





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