Una mirada distinta
Hoy, 11 de abril, se celebra el Día Mundial del Parkinson con un lema, #LoQueMásDuele es como me miras que, como poco, nos hace pararnos y reflexionar.
Reflexionar porque nos encontramos ante una enfermedad que, por sus manifestaciones clínicas, es visible a la sociedad, una sociedad que con sus cosas buenas y sus cosas malas, sigue mirando a los pacientes con la enfermedad de Parkinson, como con otras enfermedades, de una forma distinta.
Por desgracia, esa mirada “que duele” solo se erradica con el conocimiento, con la implicación, con la participación de una sociedad que anda muy atareada como para aparte de mirar, preguntar, saber y conocer a la persona que está tras la enfermedad.
El Parkinson, como otras muchas enfermedades sin cura, es una de esas, como yo llamo, “patologías enfermeras”. Y es una patología enfermera porque con nuestra intervención podemos ayudar a que la persona que la padece pueda tener una mejor calidad de vida conservando, de la mejor manera posible y durante el mayor tiempo posible, su autonomía.
No me cansaré de reivindicar el papel de las enfermeras como agentes de salud integrados en la sociedad, no solo en las unidades hospitalarias y las consultas en centros de salud, ni que nuestro trabajo se centra en cuidar de las personas para lograr su bienestar tanto en la salud como la enfermedad. Tampoco me cansaré de reclamar el número de enfermeras que sean necesarias para que ese papel podamos desempeñarlo de una manera digna para los pacientes y los profesionales.
Sobre todo en enfermedades crónicas, como el Parkinson, en la que los pacientes, se encuentran con una patología que va a cambiar su vida y sienten todos los miedos, dudas e inseguridades, a la hora de convivir con ella. En esos momentos es cuando más nos necesitan, necesitan de esa profesionalidad enfermera que les puede ayudar a asumir y afrontar su nuevo día a día.
Necesitan a esas enfermeras que les escuchan entendiéndolos, que son capaces de resolver sus dudas y ayudarles, que trabajan codo a codo con la persona para que, aun sabiendo que está enferma, viva su vida más allá de la enfermedad, que los miran y ven a la persona, que los miran sin causar dolor por cómo los miran.
Poco podemos hacer mientras nuestra sanidad siga girando en torno a las instituciones en lugar de en torno a los ciudadanos. Poco podremos conseguir si no hay el número de enfermeras necesarias para cuidar de los ciudadanos de la mejor manera posible y como nos han enseñado a hacer.
Ojalá tuviese una varita mágica que pudiese eliminar todo lo negativo del mundo que nos rodea, que pudiese conseguir que todas las personas pudiesen tener todo lo que necesitan, pero eso imposible. Lo que sí puede ser conseguible, es que, gracias a nuestro trabajo, un paciente con la enfermedad de Parkinson no sienta de las enfermeras de una mirada que duela y nos vea a nosotras, las enfermeras, con una mirada distinta.
Mª José García, responsable de Soy enfermera
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